¡Y ahora, ha perdido
una chancla! El día de la lectura de la herencia de Tía Rosita. Medio descalzo,
entra en el despacho con porte de campeón ajedrecista al que le han soplado la
reina. Llega último. El albacea mira con desdén el pie sucio. Luego procede.
Para el listillo de Ramón: la antigua granja; al estirado de Javier: el piso
del ensanche; a la zorra de Ana y sus tetas comprimidas en un vestido
insuficiente: el apartamento y las joyas; También está “la reina”, María. El
divorcio aún no es oficial, así que igual rasca algo. Él, recibe la colección
de botijos y sonríe. María se le acerca: feliz cumpleaños petardo, te lo dije,
no eres nadie ni para tu familia. La veo alejarse con las manos vacías desde
los ojos del memo, sin poder impedirlo. Quisiera irme con ella, dejarle yo
también pero sigo encerrado…
De regreso,
encontramos la chancla, aunque para entonces las ampollas ya han dejado de sangrar.
Cómo dice Ximens, este microrelato fue presentado (con éxito o sin éxito depende de lo que os guste o no) al concurso de relatos sobre abogados de junio. Eso si, no fue seleccionado entre los mencionados.