Ayer tuvimos la primera sesión del taller de Microrrelatos en la Biblioteca Esteve Paluzie a cargo de Ginés S. Cutillas, el autor de “Un koala en el armario”. Un género este, acuñado como microrrelatos del que había oído hablar, pero que desconocía… o quizás no.
Resulta que según Fernando Valls, el microrrelato es un genero narrativo breve que cuenta una historia en la que impera la concisión, la elipsis, el dinamismo y la sugerencia, así como la extrema precisión del lenguaje, que suele estar al servicio de una trama paradójica y sorprendente.
Entre al año 2007 y 2008 inicié mi primer blog en la red. Se trataba de una página de Fotolog. Eso fue antes de los fenómenos Facebook y Twitter. En ese espacio iba colgando mis fotos favoritas de viajes y casi de forma espontánea las imágenes empezaron a sugerir historias. Lo que hay en esa página son vomitadas directas sin revisar. Seguramente llenas de faltas de ortografía, reiteraciones redundantes y más adjetivos de los necesarios.
Ayer, motivado por esta primera sesión, rebusqué en la red para ver si el huérfano seguía existiendo.
Efectivamente, mi huella seguía allí. Releí alguno de ellos y, curioso. Yo, que siempre he tenido problemas para ajustarme a los espacios cerrados, que tiendo a adornar más de lo necesario las frases de mis textos con imágenes… tengo setenta y dos textos escritos durante ese periodo y muchos de ellos podrían ser incluidos en este cajón de los microrelatos, y otros muchos solo necesitarían algunos retoques para serlo. Para mí, solo eran ideas efímeras colgadas en la web, sin ningún tipo de intención más allá de expresar la esencia de esa idea.
Los he recogido, y si el tiempo lo permite, intentaré ir acondicionándolos para colgarlos por aquí a ver que os parecen.
¿Son microrrelatos? ¿Quizás microfábulas? ¿Ideas sueltas? Quién sabe… quizás vosotros podáis decírmelo.
Os dejo uno de ellos, a modo de aperitivo:
La Cripta Escondida
El olor a moho satura mis pulmones, la piel se eriza y la respiración se hace más dificil. el sonido de una gota constante es lo único que puedo oír dentro de la cripta.
El ataúd esta abierto, la llamas de las pequeñas velas titilan oscilantes en los candelabros y mi sombra danza por las frías paredes de piedra intentando escapar.
Ella me mira a los ojos, se sienta en el ataúd y dedicándome la más fría de las sonrisas, me invita a sentarme a su lado...
Tras la primera sesión, los microrrelatos podrían ser para mí semejantes a una ilustración. Un fragmento con significado propio que deja entrever una historia subyacente, un mundo más allá de lo escrito o dibujado, que juega con el conocimiento del lector. Nota: La ilustración de la entrada no tiene nada que ver con el texto, sino con mi visión de lo que puede ser un Microrrelato.