Microrrelato con el que participé en el certamen Artgerust | On The Road, y que ha resultado seleccionado entre los 200 que formarán parte del libro. La versión que os dejo aquí es la primera que escribí. La del certamen está recortada para ajustarse a las bases, pero he decidido publicar esta porque la presentada pierde atmósfera. Creo.
Hijo, es el
momento de contarte la verdad sobre tu origen. No me mires así, tranquilo, pronto entenderás.
Enterramos a tu abuela antes de que tu nacieras, una mañana fría de febrero. Tras el funeral, padre y yo, montamos en la camioneta y emprendimos el viaje. Recorrimos carreteras secundarias que
conducían al sur, rectas kilométricas de tráfico inexistente entre paisajes cada
vez más naranjas. Dormíamos bajo mantas rígidas que dejaban escapar los pies
para que se helaran. Día tras día, noche tras noche, hasta que una tarde llegamos a un motel. Nadie nos recibió. El
abuelo entró y cogió la llave de la habitación número 8. Me obligó a
acostarme y salió a la noche. Nunca más lo vi. A medio día, tras buscarlo y entender que no lo encontraría, llené el depósito y
monté en la camioneta resuelto a iniciar mi propio camino. Una joven embarazada esperaba sentada junto a mi. No
pregunté, huimos juntos. Meses después naciste tú. Reconozco esa duda en tus
ojos, la misma que tuve yo mismo entonces. Te cuento esto, porque has de
preparar el coche para el viaje, hijo. Tu madre ha muerto. y ahora toca viajar al sur, hasta el motel donde aguarda tu destino.
Os dejo relación de finalistas en el certamen
Por cierto, ¿Os habéis dado cuenta que el título tiene cuatro ruedas?
Sí, el título sí tiene cuatro ruedas, pero yo he sido incapaz de descifrar su significado. Hasta ahí todos mis problemas con este micro fantástico, Fernando.
ResponderEliminarEs destacable cómo generas ese clima apocalíptico que inunda toda la historia, como late el pulso de resignación ante lo que depara la vida a lo largo de todo el texto. Un construcción narrativa que exuda tristeza en cada línea.
¡Enhorabuena por la selección! Este micro merecía encontrarse con el papel.
Un abrazo.
Tienes razón Pedro, es melancólico, triste... pero es que el futuro cierto es mucho más triste que la incertidumbre, por largo que sea.
EliminarUn abrazo.
Enhorabuena, Fernando. Lo tuyo es un no parar. Me gusta la trepidante velocidad del micro (es un road-micro, vamos), y le siento una influencia que te comentaré in person cuando te vea. A ver si acierto.
ResponderEliminarBesos mil
Mañana espero verte bajo la lluvia. Allí calados hasta los huesos de reminiscencias esnaólicas, espero que me saques de dudas.
EliminarGenial, Fernándo! Creo que el título es lo suficiente desconocido como para que no te desvele el círculo que trazas al final.
ResponderEliminarMe encanta que dejes para los lectores el misterio del porqué.
Un saludo...
PD: Me hubiera gustado que el número de la habitación hubiera sido el ocho por su simbología de bucle. Te lo comento por si te sirve ese detalle. Me encantó lo de las ruedas del título.
Rubén, esa era la idea... la pescadilla que se muerde la cola, el círculo eterno, el ciclo... y tu idea del 8 es perfecta... con el permiso del resto de visitantes voy a tomarte prestada vilmente la idea y voy a colocar ese 8. eliminare una espiral -sin que sirva de precedente- por exigencias del guión.
EliminarUn road-micro, sí, como bien define Susana, cuya ambientación me recordó a algunos pasajes de Nocilla Dream. Y cuya idea del destino familiar circular me recordó vagamente a Cien años de soledad. Fíjate tú qué cosas. Reminiscencias de Fernandez Mallo y García Márquez en una misma pieza. No me hagas demasiado caso. Voy a citar a otro escritor, en este caso el argentino Ricardo Piglia, pero en su faceta de crítico: decía en su ensayo Formas breves que el cuento actual había cambiado su fisonomía, que ya no se llevaba la famosa teoría del iceberg de Hemmingway, sino que ahora el cuento debía trabajar la tensión entre dos historias, una superficial y otra soterrada, pero sin desvelar nada determinante de la segunda. Eso me gusta principalmente de tu micro, Fernando, además del ritmo, que está muy logrado. Esa historia que corre por debajo y que explica la deriva que adopta la historia superficial, pero cuya clave no se nos revela. Eso inyecta tensión al micro, lo vuelve tan interesante como turbador. El título, como bien apunta Rubén, es otro golpe certero.
ResponderEliminarEncantado de pasar por aquí, Fernando. Del blog de Pablo Gonz vengo.
Un saludo.
Bienvenido Iván. Me alegro de tenerte por aquí. últimamente me estaban machacando con ese iceberg que nombras... y prefiero las dos historias paralelas como las huellas de los neumáticos.
EliminarUn saludo.
OK, "¿El tren para Irún, por favor?", de Hipólito Navarro.
ResponderEliminarNo tengo la suerte de haberme subido a ese tren Susana... pero intentaré hacerlo, si lo recomiendas.
EliminarGracias por pasar.
Has generado una atmósfera de difuminado misterio en la que nada lleva a ninguna parte, sin embargo todo es cíclico.
ResponderEliminarMe gustó.
Saludos
Tienes razón enmascarado... es un micro muy atmosférico... rectas kilométricas desiertas, naranjas...
EliminarGracias por pasar y comentar.
Ya puedo escribir. Esta tarde no me dejaba, y luego me tuve que ir. Total, que no sé por qué te cuento esto...
ResponderEliminarTuve que buscar el título en la guguel. Claro, le va como anillo (u ouróboro)al dedo. Y si no fuera por las ruedas y porque transcurre en la carretera, podría titularse también Relevos. A fin de cuentas, eso hace la vida con nosotros. Me gustó mucho, Fernando, ese motel que indica los destinos.
Un abrazo, Company Segon.
Bueno, señor Flores. Parece que el título ha causado algún que otro despiste, suerte de San Google. El Blogger está fallando últimamente, o puede que sea sólo el mío... ayer estuve a punto de quedarme seco, tieso, vacío... suerte que fue una falsa alarma...
EliminarUn abrazo.
¿Nos vemos mañana con los paraguas puestos? Por la lluvia digo...
me gusta tu motel de carretera y la historia cíclica que se crea alrededor de él. Me encanta conocer a alguien que haya sido seleccionado, porque el mío (el Bruce Springsteen de hoy, se quedó en la cuneta).
ResponderEliminarMi enhorabuena Fernando, porque te han dicho tantas cosas que creo que todo lo que iba a decir ya está dicho con mejores palabras que las mías. Sólo espero que el hijo encuentre a una mujer a su altura y a ser posible que traiga gemelos ...no....sólo por ver cómo sigue...sólo eso. ;)
Un abrazo Fer.
Ok, Laura, anillos engarzados, como grilletes.
EliminarLo tendré en cuenta.
Siento que tu relato no haya llegado al garaje, Laura.
Gracias por pasar y comentar.
No sé que le habrás recortado para presentarlo al certamen, pero tal y como lo presentas aquí, pienso que está perfecto... Estupendo micro de paradojas temporales. Un abrazo.
ResponderEliminarTe lo dejo aquí para que puedas comparar, se trata sólo de elementos que dan más atmósfera y sensación de longitud del viaje.
ResponderEliminarHijo, es el momento de contarte la verdad sobre tu origen. Tranquilo, pronto entenderás. Enterramos a tu abuela una mañana de febrero y tras el funeral, padre y yo emprendimos viaje, en la camioneta. Recorrimos carreteras secundarias que conducían al sur, rectas kilométricas de tráfico inexistente entre paisajes cada vez más naranjas. Dormíamos bajo mantas rígidas que dejaban escapar los pies para que se helaran. Una tarde llegamos a un motel. Nadie nos recibió. El abuelo entró y cogió la llave de la habitación número seis. Me obligó a acostarme y salió a la noche. Nunca más lo vi. A medio día, llené el depósito y monté en la camioneta. Una joven embarazada esperaba sentada junto a mi. No pregunté, huimos juntos. Meses después naciste tú. Reconozco esa duda en tus ojos, la misma que tuve yo mismo entonces. Te cuento esto, porque has de preparar el coche para el viaje, hijo. Mamá ha muerto. El ciclo empieza de nuevo.
Muchas gracias por pasar, Lázaro.
No sé si el certamen tenía algo que ver con la novela The Road, pero tu relato me la ha recordado.
ResponderEliminarInfluida por la novela esperaba un final distinto y me has sorprendido gratamente con la idea del bucle.
Enhorabuena, por la selección!
Un abrazo
Hola Ana. El certamen exigía que se tratara de microrrelatos que se desarrollaran en la carretera, no he leído "the road" aunque está en mi lista.
EliminarMuchas gracias por pasar y comentar.
Un abrazo.
Un hijo desde que sale del vientre materno lo hace enfrentando lo incierto. Es el padre el encargado de su orientación el resto de su vida; sin olvidar que un hijo no es la vida de uno es sólo un hijo, y tiene vida propia.
ResponderEliminarMe gusto mucho aparte de la historia, la narrativa conque expones el relato. Saludos.
Bienvenido Estuardoge. Un hijo no es la vida de uno. Muchos padres deberían aprender esto antes de serlo. Muchas gracias por pasar y comentar. me alegro de que te haya gustado.
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