Todo niño de ciudad debería tener un pueblo al que ir en verano, con un primo que le enseñara a vivir: Explorar cuevas prohibidas y besar a las chiquillas, dar de fumar a los murciélagos, pescar con cucharilla y montar en moto. Aunque fuera la carraca del tío Aurelio. Aunque solo pudieran conducirla por caminos de cabras. ¡Qué inolvidable! El viento removiendo el pelo sin casco. ¡Qué emocionante! Saltar barrancos, hacer carreras hasta el límite, hasta más allá del límite. ¡Qué tragedia! Las piedras sueltas del barranco.
Todo niño de ciudad debería tener un primo en el pueblo, incluso yo.
Con este microrrelato cumplo un año de colaboración con el diario local L'Independent de Barberà. Un año entero publicando un microrrelato al mes. Un año lleno de pequeñas historias que no siempre entiende todo el público, pero un año donde muchos de los lectores de este diario han tenido su primer encuentro con la microliteratura. Gracias a L'Independent por esta labor.
Además este "Último verano en Nunca Jamás" ha resultado finalista en el concurso WONDERLAND de Radio4 de Rne. Cosa que me hace estar feliz, pero no como una perdiz, que las perdices de los cuentos siempre acaban horneadas o en pepitoria y yo prefiero seguir vivito y coleando hasta mi próximo relatito.